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Description
A modo de conveniencia, el autor de esta obra denomina “Punto de quietud” a un “lugar” existente en el ser humano que se caracteriza por su calma profunda, su quietud plena y su silencio perfecto. “Todo ser humano ha tenido esporádicamente un atisbo o una experiencia, por fugitiva que haya sido, de ese “lugar” de quietud, que nos colma de un sentimiento de calma profunda, expansión y bienestar. En ese “lugar” por el que fluye una energía de gran poder, se encuentra la inteligencia primordial. El trabajo interno, el desarrollo metódico de la atención, el cultivo de la ecuanimidad y el adiestramiento meditacional, van poniendo los medios y técnicas para poder aproximarnos y acceder a ese punto de quietud. A lo largo de una treintena de viajes por los países asiáticos y de centenares de encuentros con maestros espirituales, yoguis, lamas, monjes budistas y eremitas, he podido constatar que todos ellos conceden gran importancia a la aproximación a ese punto de quietud. Simbólicamente me gusta denominarlo punto de quietud porque es el punto de confluencia entre lo humano y lo transpersonal, el ojo de buey hacia lo otro, hacia aquello donde cesa el ego, la avidez, la aversión, el autoengaño y la insatisfacción”. Ramiro Calle
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A modo de conveniencia, el autor de esta obra denomina “Punto de quietud” a un “lugar” existente en el ser humano que se caracteriza por su calma profunda, su quietud plena y su silencio perfecto. “Todo ser humano ha tenido esporádicamente un atisbo o una experiencia, por fugitiva que haya sido, de ese “lugar” de quietud, que nos colma de un sentimiento de calma profunda, expansión y bienestar. En ese “lugar” por el que fluye una energía de gran poder, se encuentra la inteligencia primordial. El trabajo interno, el desarrollo metódico de la atención, el cultivo de la ecuanimidad y el adiestramiento meditacional, van poniendo los medios y técnicas para poder aproximarnos y acceder a ese punto de quietud. A lo largo de una treintena de viajes por los países asiáticos y de centenares de encuentros con maestros espirituales, yoguis, lamas, monjes budistas y eremitas, he podido constatar que todos ellos conceden gran importancia a la aproximación a ese punto de quietud. Simbólicamente me gusta denominarlo punto de quietud porque es el punto de confluencia entre lo humano y lo transpersonal, el ojo de buey hacia lo otro, hacia aquello donde cesa el ego, la avidez, la aversión, el autoengaño y la insatisfacción”. Ramiro Calle